lunes, 29 de diciembre de 2014
LA PAZ
En los andes de América del sur, una mañana emprendí solo una excursión antes del amanecer para escañar una montaña...
No había un murmullo de arrollo, ni un chirriar de pájaros, ni un susurro de brisas. No había sino quietud, sien embargo, no era una quietud de muerte, mas bien parecía como si todo aquello estuviera en posición de alerta, observando la llegada del día.
Parecía casi sacrilegio romper aquel silencio con el ruido de las pisadas sobre las piedras... Me sentía como un insecto pequeño en medio de aquella grandeza... La masa toda destacándose perfectamente en todo su contorno y detalles, contra el cielo oscuro. Conforme me fui pasando la vista de pico en pico, estos se iban tornando color de rosa con la radiante aurora...
Sentía que aquello era demasiado para la mente de un pequeño mortal trasgresor de aquel lugar sagrado. No había nada ahí que conecte esa escena divina con la vida humana que había dejado abajo entre la niebla...
Me tambalee, aterrado hasta el espanto con aquel cuadro y en aquel momento, cuando necesitaba mas del contacto con el mundo humano, sobre el siguiente pico apareció adelante de mí una figura: La figura de Cristo Redentor.
No la figura usual de un cuerpo patético colgando de la cruz, sino un ser amable, grande, con ropas flotando al aire y con los brazos abiertos en actitud de protección y bienvenida.
Una magnifica estatua felizmente colocada con el propósito de señalar los linderos entre dos grandes países, Argentina y Chile, con un signo de paz...
Como un signo tangible entre lo humano y lo divino; el eslabón que cristo mismo vino a traer a la tierra.
Baden-Powell
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